La historia del Arte Povera comienza en Italia a mediados de los años 60, en un contexto marcado por intensos cambios sociales, políticos y culturales. El país vivía una etapa de modernización industrial rápida, pero también de tensiones ideológicas, protestas estudiantiles y cuestionamientos al capitalismo. En ese escenario, varios artistas comenzaron a rechazar las formas tradicionales de arte, los valores del mercado y el uso de materiales industriales, proponiendo una vuelta a lo esencial, lo natural y lo cotidiano.
El término "Arte Povera" fue acuñado por el crítico Germano Celant en 1967, quien organizó una exposición en Génova con jóvenes artistas italianos que compartían una sensibilidad común. El movimiento no tuvo un manifiesto rígido ni una estética uniforme, sino que fue más bien una actitud artística: los artistas trabajaban con materiales "pobres" (madera, tierra, piedras, fuego, plantas, trapos, etc.) para explorar conceptos como la fragilidad, el tiempo, la transformación y la naturaleza.
Algunos de los principales exponentes fueron Jannis Kounellis, Michelangelo Pistoletto, Mario Merz, Giovanni Anselmo y Alighiero Boetti, quienes crearon obras donde el significado no dependía del objeto como producto final, sino del proceso y la experiencia. Aunque el movimiento como tal fue breve (activo sobre todo entre 1967 y 1972), su impacto fue profundo, influyendo en el arte conceptual y en muchas formas de arte contemporáneo posteriores.